miércoles, 15 de diciembre de 2010

la guerra



¿Cuánto cuesta formar un partido político? ¿y deshacerse de la inercia que nos invade?
Somos jóvenes formados, hemos viajado, tenemos fuerza y estamos cansados de escuchar lo mismo día tras día. Hemos vivido en el extranjero y aprendido idiomas. Hemos hecho todo mal, porque la generación anterior lo hizo tan bien que ahora no nos permiten entrar al mercado laboral. Hemos trabajado gratis, casi gratis, semi-gratis, nos han pagado una mierda, nos han tratado mal y, de todos modos, hemos sacado trabajo que el resto de la oficina no era capaz de hacer. Hemos vuelto a estudiar después de meses sin un trabajo decente. Y todos dicen que somos el futuro, pero nadie confía en nosotros. Nos han negado oportunidades sin parar. Nos han pedido cinco años de experiencia, una licenciatura y tener menos de 22 años para ser reponedor de supermercado. Nos han hecho sentir malcriados porque no nos independizamos y para casi todo lo que hacemos o no hacemos, la LOGSE sirve como excusa. Sistema escolar que ni creamos ni elegimos.
Por lo normal nos gusta nuestro país, pero nadie nos ofrece alternativas. Perdimos la confianza manifestándonos en 2003 contra la ocupación de Irak, a partir de ahí, todo ha sido desilusión. No encontramos respuestas pero, sobre todo, nos invade la impotencia al sentir tan lejano el momento de “empezar nuestra vida”. La jubilación a los 67 nos molesta, pero no tanto como saber que a los 45 aun no tendremos la oportunidad de optar a un puesto fijo, a una hipoteca o a una familia. A nadie le gusta pensar que su futuro, a pesar de haber hecho todo bien, será debajo de un puente.
Crecimos escuchando las bondades de la transición pero nosotros sí somos conscientes de que esto debería cambiar ya. Seguimos viendo continuidad a pesar de los cambios. Nos empujan a ser como Europa pero luego no nos lo permiten. Nos reclaman en las urnas, pero no nos ofrecen NADA que funcione. Se creen jóvenes por no ser tan viejos, pero la empatía consiste en algo más. El verde se borró, a pesar de haber nacido en Asturias; el rojo y el azul cada día se diferencian menos. El rosa, que apareció de repente, huele mal (como a pescado podrido) y el resto, normalmente, acaban (por una parte) y debería acabar (por la otra) ilegalizados, por no hablar del poder judicial… Quizá esto se llamó democracia hace 35 años, ahora deberíamos exigir más.

2 comentarios:

Roberto Tega dijo...

Esto es material Tajalápiz 100%

Escribes genial. Hay que hacer algo con la revista

Marta Gudín dijo...

Ya intercambiamos esta tarde impresiones, y ya sabes que 100% de acuerdo contigo!